Emigrar es un proceso que obliga a empezar de cero. Antes de tomar la decisión, son muchos los factores de cambio que aparecen en el imaginario del migrante: dónde vivir, cómo atravesar trabas burocráticas, de qué trabajar y cómo llevar adelante la adaptación cultural. Sin embargo, existe otro parámetro que tiene una gran influencia en todos los que logran armar una nueva vida en otro país: ¿qué pasa con todo lo anterior? Aquello que se deja atrás, pero que sigue siendo el día a día constante de familiares y amigos. Compatibilizar realidades se torna complejo cuando para algunos miembros de la familia el mundo gira más rápido que para otros.